sábado, 30 de enero de 2021

YOU y YO

Parece que parte de la prensa bienpensante opina que España es un campo de concentración. Ayer, sin ir más lejos, en una cadena de televisión, Javier Ruiz (que es un santo) y Ketty Garat se tiraban literalmente encima del youtuber Víctor Domínguez. Este joven (y algún otro) ha salido al ruedo por su decisión de establecerse en Andorra. La razón que aduce no es otra que la excesiva carga impositiva que sufre en España. Ruíz lo acusaba de insolidario, de dar mal ejemplo a las nuevas generaciones y no sé cuántos pecados más, a la par que le reconocía (para que no se diga) su gran talento. 

Nadie (hasta donde yo conozco) sabe qué cantidad de impuestos es razonable pagar. Se trata de una decisión arbitraria, convencional, sobre la marcha. Si existen paraísos fiscales es porque también hay infiernos fiscales. Si usted gana 4 millones de euros, debe pagarle 2 al fisco español. Ocurrió en Francia, en el año 2012. Gérad Depardieu se largó a Bélgica, renunciando a una tarjeta de la seguridad social "que nunca había utilizado". Afirmó que seguiría amando Francia, pero que ya no tenía nada que hacer en el país. Los socialistas, dijo, "consideran que el éxito, la creación, el talento y en realidad la diferencia, tienen que sancionarse". 

Claro, es muy fácil mangonear el dinero, cuando es de otro. También he dicho en alguna ocasión que rico nos parece aquel cuya renta es inmediatamente superior a la nuestra, pero nosotros no lo somos. El joven youtuber le reprochó a Javier Ruíz que "estaba siendo demagogo" (y lo estaba siendo), a lo que el periodista contestó, con su habitual limpieza de manos, "yo no te he insultado". Tanto Ruíz como Garat le recordaban su deber, como español, de contribuir al sostenimiento del estado de bienestar. Pero tal estado de bienestar no es fijo, ni igual a lo que era, ni fue cerrado desde sus orígenes definitivamente. Ya hace algunos años, Daniel Lacalle cifraba en diez mil millones de euros el coste del subvencionismo español. Víctor Domínguez es de los que opinan (y está en su derecho) que el estado debe retroceder, hacerse más pequeño. En el colmo de la mala leche, Javier Ruíz sacó a relucir "las pensiones de los mayores" y la sanidad. Ketty Garat le preguntaba al muchacho a dónde acudiría, en el caso de caer enfermo (¡¡¡cáncer!!!, ¡¡¡apendicitis!!!). Parece, escuchándola, que solo en España hubiera hospitales, médicos, un sistema de salud. No sé cómo se las arreglan en el mundo desarrollado tantos millones de seres que no viven en la piel de toro.

Este es un debate muy viejo y recurrente. A Montserrat Caballé la consideraron "mala española" (por no tributar aquí) y "mala catalana", por considerarse ella muy española. No deja de ser curioso, si uno piensa en Rafael Nadal: paga impuestos en España, pero siempre le encuentran un pero, porque es millonario. Sin ir más lejos, el alcalde de Manacor la tenía tomada con él. Afirmaba que el tenista no había hecho nada por su pueblo. El complejo que tiene montado, la fundación, etc, es, al parecer, muy elitista. A otros les parece demasiado españolazo, por mucho que pague.

Tuve la impresión de que otra ramificación de la guerra generacional se estaba librando delante de mí. Estos youtubers (pocos) que pueden ganar cuatro millones de euros al año son comunicadores de la nueva tele-visión. Tienen su público, modulan la opinión, son "influencers". Las marcas los buscan para anunciarse, como hicieron antes en los medios "tradicionales". Han nacido nuevas estrellas, por así decir. En su propia casa montan una estación de telecomunicaciones y emiten sus programas con señal para todo el mundo. Son emprendedores, trabajan sin descanso, están en racha. Víctor Domínguez quiere pagar, pero no tanto. Javier Ruíz le señalaba que el erario público español le había financiado los estudios. También que viajaba por carreteras sufragadas por todos. El joven (hijo de contribuyentes) lo sabe, y ha cumplido hasta ahora religiosamente. Como el fisco le confisca casi la mitad de lo que gana, elige vivir (y detraer) en otra parte. 

Llámenme loca, señores, pero eso es como la libertad condicional. La libertad de circulación de personas, sí, de decidir destino alternativo, de ver el fruto del sudor de tu frente. Unos pagan el 15 y otros casi el 50. Quizá el error sea insistir en que los ricos no pagan en un país en el que se les castiga tanto. Después de todo le salen a cuenta al sistema: no ocupan una cama de hospital ni una plaza escolar. En cada acto de compra (y compran mucho) están aportando el IVA correspondiente. Entre pitos y flautas, la hacienda pública se lleva el 70 por ciento de sus (de nuestros) bienes.

Por cierto, el youtuber afirmó en antena que su paso por la universidad no le había servido de mucho. No sé qué estudió exactamente, pero no me sorprende. Es la savia nueva en odre viejo, alejada del discurso podemita y de la social democracia. Solo piden un equilibrio, entre sus cuentas personales y las exigencias de una plutocracia confiscatoria. Ironías del debate, no podemos ignorar la última perversión de cierto sector de la prensa: empezamos a oír ese cuento de la "armonización fiscal" dentro del territorio en boca de secesionistas. Definieron Madrid (no Andorra) como "paraíso fiscal". La justicia era que todos pagáramos más en todas partes. 

También está el "donde dije digo, digo Diego". La izquierda patriótica que hoy se pirra por pagar impuestos la armaba gorda por el mal llamado IVA cultural al 21. Fue tema recurrente y prioritario en la entrega de los premios Goya durante años. Parece que han cambiado de opinión...

A Javier Ruíz se le olvidó hablar de una cuestión ineludible: el dinero negro que ha circulado en el periodismo en cantidades obscenas y en sobres. Mátense a trabajar para mantener el ritmo de vida de los pata negra de 18 televisiones (privadas también) con primeras, segundas y hasta terceras cadenas. Hubo un tiempo en que el minuto en antena se cobraba a precio de oro. Lo ha contado Alfonso Rojo sin pelos en la lengua. Está bien: lo que Dios les dio que San Pedro se lo bendiga. Ahora ha bajado el pistón y se acabaron los chollos. Víctor Domínguez pagará menos en Andorra, pero pagará, al fin y al cabo.



 

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