miércoles, 20 de enero de 2021

EL PRÍNCIPE DE BEL AIR

Ya empieza a notarse el paso del tiempo, cuando se ven las grabaciones de sus comienzos. Sus rasgos han ido madurando y aplomándose y la cola de caballo se ha convertido en moño. Además se ha puesto pendientes en sus dos lóbulos. No es raro verlo con chaqueta en el Congreso de los Diputados. Fue líder absoluto, aupado por una especie de guerrilleros urbanitas. Algunos juegan un papel institucional y otros han sido premiados con un cargo o carguito. Nunca imaginaron que un virus los pondría a prueba. El Vicepresidente del gobierno de España parece cada día más enfadado.

Echó los dientes en la tele y en la tele muerde. Antes que político fue telepredicador de plató. No faltan las cadenas y los periodistas que lo entrevistan en plan colegueo entre gentes progresistas. Ni con ochenta mil muertos se cortan un pelo. 

No he visto Salvados porque el estómago no me da para tanto. Sí he podido analizar algunos cortes en concreto. Aguantar una hora a Gonzo haciéndole el rendevú a Pablo Iglesias (fingiendo un periodismo limpio) es mucho, demasiado. Si te pasas de las dosis, la sustancia se convierte en veneno.

Hay que recordar hasta qué punto se alababa a la gente de Podemos en los tiempos de su debut. Eran, según criterio de buena parte de la prensa, los chicos más preparados de la democracia y hasta de la historia de España. Desde Monedero (ahora reciclado en tertuliano marrullero) hasta Echenique (diputado), pasando por Irene Montero, todos ellos (y ellas) sentaban cátedra vendiendo un artefacto ideológico del año de catapún. Y es que comunistoides (o comunistas) son, y confesos. Te hablan de igualitarismo, clase trabajadora, rentas básicas. Claro, los 6000 de sueldo para ellos, que lo valen. ¿Sus méritos? Haber convencido cada vez a menos gente. Algunos de sus votantes están defraudados ya a estas alturas. ¿Y qué esperaban? Otros hablan de utopías, como si hubiera que renunciar al paraíso prometido. No, señores, utopías no, ni distopías tampoco. Lo que Unidas Podemos propone ya se ha probado y resulta que no funciona. No vale decir que lo que falla es la mala praxis de una buena base teórica. La propia doctrina está equivocada de raíz. En resumidas cuentas: el Vicepresidente se ha pronunciado en prime time, que es lo que más le gusta.

Mi admirado Carles Enric dice que Pablo Iglesias ha perdido el oremus. De eso nada, él es tal cual. Ni hibernar en el establishment lo ha modulado ni está por la labor. Es una especie de Che trasnochado, que solo encuentra sentido tirándose al monte. Y me dirán ustedes: si eso es así, ¿por qué el chalé en Galapagar? Podría, en función de que tiene familia numerosa, haber comprado un adosadito o un tríplex de planta estrecha. A eso ya contesta él, cuando se lamenta por haberse hipotecado por más de treinta años. Lo que no detalla es su capacidad de endeudamiento.

Pero dejemos la paja y vayamos al grano. La comparación de Puigdemont con los exiliados republicanos daría para un buen puñado de libros de Historia. Debería estudiarlos Pablo Iglesias y ponerse al día sobre el pasado. Cabe decir lo mismo de todo el que caiga en esa trampa. No es el caso del mismísimo Rodríguez Zapatero. Ha declarado que yerra el periodista, que estableció la relación en esos términos. Pero le faltó decir que a una pregunta capciosa, una respuesta inteligente, como hizo Cayetana Álvarez de Toledo, a propósito de la defensa del rey. No hace falta sacar a pasear el republicanismo que, por otra parte, angelical no era. Ya estamos ante otro falso debate. Da toda la impresión de que las afirmaciones sobre Puigdemont no fueran suficiente negligencia. Pablo Iglesias no tiene remedio.

Tampoco es inocente el paralelismo inicial de Gonzo, al plantear por qué Puigdemont es un exiliado y Juan Carlos I un prófugo. La respuesta del Vicepresidente fue como agua en un molde. A Pablo Iglesias, el ex president de la Generalitat le inspira una profunda lástima. Afirma que "se ha jodido la vida", como si hubiera donado el único riñón que le quedaba. Lo ha hecho por llevar a cabo sus ideas, que él no comparte, aunque eso es lo de menos. Se le olvidan los cargos por malversación de caudales públicos, prevaricación, desobediencia, además de la sedición ya juzgada. Parece que el erario catalán estaba a disposición del govern sin control ni el mínimo respeto a la ley. El procés era para los condenados la forma de hacerse con su cortijo.

Lo del rey emérito es más grave, ¡no compares! Lo es, por si los delitos que no se le imputan se le hubieran imputado. Lo llama "presunto", y aún así Puigdemont es pecador venial porque no ha robado. ¿Quiénes formaban, pues, la casta? Y es que contemporizar con el independentismo le dio réditos a Podemos. Tutear a Gonzo y a todo pichichi es parte de su style. No le da el tipo a Iglesias para viajar en el Falcon con gafas de sol, a lo James Bond. Lo suyo son las arengas contra los corruptos que él señala.

Queda bien con los indepes (como dicen los modernos) y con los antimonárquicos. Haberlos, hailos. Pero una cosa es ser republicano conceptual y otra detestar la monarquía parlamentaria como si te fuera la vida en ello. A los odiadores es a quienes se dirige. Solo se puede ser príncipe de la urna. De eso va la democracia, ¿no? Pues a Puigdemont el sufragio universal se la trajo al pairo. Y Pablo Iglesias firmó gobierno justo cuando las urnas empezaban a darle la espalda.


 

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