sábado, 16 de enero de 2021

DE SETAS Y ROLEX

Opina el doctor Cavadas que no hay patrón en este barco. Compareció en el programa de Motos, con un atuendo de camuflaje que le afeó Mercedes Milá. Molesta por sus críticas al gobierno, le preguntó al presentador: y ese tío, ¿quién es? Días después ella misma era exhibida por las redes, ataviada de forma parecida al buen Doktor. El cirujano se preguntaba si los "especialistas" al mando de la pandemia "estaban a setas o estaban a rolex". El comentario tenía que ver con un chiste de vascos. Dos micólogos van por el monte y uno encuentra un reloj de esa conocida marca. El otro le recrimina que se distraiga y le espeta: ¡o estamos a setas o estamos a rolex!

Milá representa a todos esos fieles con una venda en los ojos y una daga en la mano. Dispuestos a defender a "su" gobierno (del progresismo y la libertad) son capaces de cerrar la puerta de su propia jaula. El caudal de negligencias, estafas, incompetencia y manipulación es de tal magnitud, que solo un necio callaría, después de haber despotricado durante años, cuando el inquilino de la Moncloa era un tal Rajoy Brey. 

Hacer inventario es difícil, pero más necesario que nunca: desde la propia formación de la coalición (con nocturnidad y alevosía) hasta la vacunación contra la COVID. Los liberticidas (cuyas huestes campan a sus anchas por las redes sociales) cuentan con el beneplácito de Silicon Valey: Facebook y Twitter se inflan a cerrar cuentas, patrullando un espacio que ya era público y ágora. Gobiernan estos caballeros (y damas) con una presunción, y no de inocencia. Los ciudadanos son idiotas, tornadizos, sumisos hasta la náusea. Además tienden a olvidar los hechos de ayer mismo, en beneficio de la edad de bronce. El telediario está diseñado según los principios de la presunción de veracidad. 

Empezaré por el final, a propósito de Fernández Vara. El hombre, que es médico, no debiera parecer un chuflainas. Justificó el ritmo lento de vacunación por el imperativo de "comprobar la seguridad". Ahora pide disculpas y hace aclaraciones. Admite en Twitter que se equivocó flagrantemente. Se refiere a las palabras, no a los hechos. Si todo va como la seda (e irá) se acelerará el ritmo y asunto zanjado: ¿cómo se atreven ustedes a hablar de cobayas humanas? 

Atrás quedaron los funestos tiempos del Évola (que no Évole, de nombre Jordi). El sacrificio de Excalibur fue la prueba palmaria de que España entraba en su apocalipsis secular. El pobre perro aullaba abandonado en el balcón de la enfermera afectada, pero nadie se hacía cargo. Era más fácil gritar asesinos y echar espuma por la boca.

Qué decir de la nevada y el precio de la luz. Había que escuchar a Pedro Sánchez en 2018: ineptitud, imprevisión, improvisación. Rajoy no acertaba ni para hacerse el nudo de la corbata. En cuanto al coste de la energía, daremos pábulo a Pablo Iglesias. Lo ignoraba todo y creía que lo sabía todo. El estado es el máximo beneficiario de nuestros recibos hiperinflados: el porcentaje en impuestos te deja literalmente helado. Además está el IVA, que es del 21. Ha quedado claro que se puede bajar. Montero nos ha mentido, como hizo al excusarse por el precio de las mascarillas. Suma y sigue.
Salvador Illa es de los que sientan Iuris-Imprudencia. El ministro de la pandemia se convierte en candidato a la Generalidad. Con medio cuerpo en el ministerio y otro medio en Cataluña no da pie con bola. Bien es verdad que tampoco lo daba antes. Fue concejal y alcalde de la Roca del Vallés. El hombre acabó su servicio militar como alférez. O sea, ni objeción de conciencia ni el cristo que lo fundó. Además (¡toma ya!) consta como "católico". También fue director general, que es como decir nada. Conoció "el sector privado", pero solo durante nueve meses. Con eso de que es licenciado en filosofía, leído será un rato. Que lo nombraron ministro para dar el salto a Cataluña se ha constatado finalmente.
Mucho peor tratan a Paco Marhuenda, el pobre. La infamia afecta a un solo hombre, pero es un test moral que pone los pelos de punta. Dina Bousselham utiliza su medio de comunicación para levantar un libelo contra el periodista en su faceta de profesor, azuzando a los alumnos que estén dispuestos a divertirse (o vengarse) con la cacería. ¿Puede el lector imaginar una persecución más arbitraria? ¿Puede soportar el estándar ético en el que nos hundimos? La misma que denunció al Vicepresidente segundo, luego se retractaba. Ahora se entretiene con un juguete que llaman "periódico".
Después están los Otegis, los indultos, los Rufianes. También tenemos el intento de invadir el Poder Judicial. Nos vigilan los verificadores, con poder censor. Es más fácil encontrar una aguja en un pajar que un periodista independiente. El inefable Gonzo le dará bola a Pablo Iglesias en su próximo programa. El truco está en declarar que no puede hacer más o que no le dejan los poderes fácticos. Los corifeos tipo Echenique aplauden, sin embargo, el impuesto al 21 por ciento: es la forma de recaudar para fortalecer el erario público.
Ser rico, ya se sabe, es un delito. ¿Y quién es rico?, preguntará usted. El que tiene una renta inmediatamente superior a la mía. Y así sucesivamente. Por eso lo han subido todo, o casi todo: la matriculación y las primas de los seguros. Si le ocupan un piso, expropiado queda: no proteste porque no necesita dos. No les faltan seguidores, pelotas y palmeros. ¡Españoles!, ¡hay que pagar impuestos! No hagáis como Madrid, centro de operaciones de un eje del mal. Explíqueles que sin la iniciativa privada lo público no existiría...
Es tal la desvergüenza, que ya les da lo mismo. O eso, o yo me he perdido algo. Entretanto siguen las monsergas sobre lo mal que nos portamos y las consecuencias que eso acarrea. Si das positivo, es porque pecaste. Esto empieza a recordarme la pandemia del VIH. Aquello sí que fue duro y sangrante. El contagiado era un supurador moral y culpable. Solo falta que repartan sogas para que nos ahorquemos. Eso sí: bien empaquetadas y etiquetadas. Se podrá leer: gobierno de España. Por supuesto, yo me declaro en rebeldía. No faltará quien empiece a buscar el mejor árbol o una buena viga.
 

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