viernes, 8 de enero de 2021

LA PAJA Y LA VIGA


 Me preguntaba un amigo muy muy de izquierdas, a propósito de VOX, ¿y qué hacemos con esa gente? Tirando de sarcasmo (porque le entendía de sobra) le dije: los matamos a todos y así demostramos que los fachas son ellos. Si alguien hubiera grabado la conversación, habría tenido que dar muchas explicaciones. Todo un "fuera de contexto".
Han pasado muchos meses desde aquel rifirrafe político subido de tono. Se suceden los acontecimientos, como pinceladas sobre un gran lienzo en negro. Ahora toca llevarse las manos a la cabeza por el asalto al Capitolio, mientras caminamos convertidos en potenciales patógenos para nuestros semejantes.
Si yo fuera norteamericana (y aún no siéndolo), un escalofrío habría recorrido mi espinazo, al contemplar los incidentes de Washington. Puedo decir, sin temor a que me pillen en un renuncio, que estoy muy entrenada. ¡Cómo no recordar los hechos acaecidos en 2016 en España! El manifiesto Rodea el Congreso se convocaba contra "la investidura ilegítima" de Mariano Rajoy. No puedo reproducir aquí el texto completo que publicó la coordinadora 25-S. Quien tenga interés en leerlo, lo encontrará sin problemas, pero con empacho. EH_BILDU e Izquierda Castellana eran los promotores. Apelaban a "las plazas llenas de lucha", a la que se sumaban más de cien organizaciones de todo tipo. 
Unidas Podemos apoyaba la manifestación, a la par que ocupaba escaños en el Parlamento. Los convocantes hablaban de "régimen ilegítimo" y paseaban un cartel con la imagen de Rajoy (y otros) pistola en mano. Oponían las palabras mafia y democracia. Como apunta Pedro Insua "en eso consiste la demagogia: en poner la democracia, que cada uno dice representar, por encima de la ley y las instituciones".
Sorprende, a bote pronto, un Capitolio tan accesible para los asaltantes. Quizá hemos visto muchas películas y la seguridad en los EEUU no es lo que pensamos. Para afrontar nuestro 25-S Rodea el Congreso, la delegada del gobierno había blindado el edificio con 1400 antidisturbios. El saldo fue de 35 detenidos y 64 heridos, 27 de los cuales eran agentes. En el colmo del cinismo, IU y PSOE denunciaron a Cristina Cifuentes por su dispositivo de seguridad. Calificaron su actuación de "represiva", "desproporcionada", "excesiva". Ni una palabra sobre las piedras, los tornillos, las botellas y otros objetos que los pacíficos manifestantes descargaron contra la policía. La pregunta es: ¿qué habría ocurrido, sin ese cordón de contención? En Washington la locura transitoria se ha llevado a cuatro personas por delante. Una mujer falleció por herida de bala, pero no era negra. Las vidas blancas también cuentan, ¿o acaso no? Vaya usted a saber...
Yo me había enfadado mucho en 2016. No era fácil mantener aquel pulso y parecía que todo el mundo había perdido la cabeza. Recuerdo un careo con un grupo de abogados, que simpatizaban con el Rodea el Congreso. Yo les preguntaba: ¿en nombre de quién? La cosa no acabó ahí, pues hubo imputaciones. El juez Santiago Pedraz archivó la causa con un auto vergonzoso "contra la decadencia de la clase política". Los agentes habían declarado que la intención original era "ocupar una de las instituciones públicas más importantes del Estado", y vaya que si lo era. Como no consiguieron su objetivo, aquí paz y después gloria. No solo pretendían rodear el Congreso, también tomarlo al asalto. Pedían una asamblea constituyente. No reconocían al nuevo gobierno, que calificaban de "golpista". El "sí se puede" era el estribillo más coreado.
Tiempo les ha faltado a las lumbreras de esta vanguardia nuestra para calentar sus cuentas de Twitter con chorradas de todo tipo. Algunas dan vergüenza ajena, pero otras son un insulto a la inteligencia y a la memoria. Isa Serra, la supermegapija, apunta a VOX preventivamente, como hizo mi amigo: "no me sorprendería ver entrar en el Congreso a Abascal con cuernos". Como argumento, resulta falaz, profundamente injusto y perverso. La portavoz de Unidas Podemos en Madrid hace futurismo, atribuyendo a otros intenciones criminales que no se han producido y que ella misma aplaudía en 2016. Los tweets airados de Pablo Iglesias y correligionarios no se han hecho esperar. En palabras de Insua, trumpismo y podemismo se igualan: la democracia soy yo.

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