viernes, 13 de noviembre de 2020

LA PARIA POTESTAD


 Ha sucedido en Còrdoba con la naturalidad con la que llueve mansamente. Se trataba de una campaña "contra la violencia de género". Al pie de un cartel (en gran tamaño, situado en plena calle) se podía leer: #EducaElAmor. También nos señalaban una fecha: 25 de noviembre. Es "el día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres". El alcalde de la ciudad responde al nombre de José María Bellido Roche, del Partido Popular, que gobierna con Cs. Suponemos que nadie en la corporación se había vuelto loco, ¿o quizá sí?
La campaña se ha retirado por las protestas de VOX y del PSOE, en la oposición. Las razones aducidas son exactamente las mismas. ¡Cuánto dinero público tirado por la borda! Por suerte, no todo está perdido.
Tengo que suponer que existe un CIM en la ciudad. Allí trabajan, por regla general, abogada, psicóloga y auxiliar administrativa. Los fondos y las subvenciones suelen proceder de diversos organismos, entre otros el propio ayuntamiento y la Junta de Andalucía en el caso que nos ocupa. 
La Concejalía de Igualdad (Cs) encargó una campaña publicitaria. Le fue asignada a la plataforma singenerodedudas.com, que dirige Carmen Castro. Elaboraron una idea matriz, que desarrollaron y presentaron. Deduzco, por tanto, que el cartel había sido visto y revisado por muchas personas con responsabilidad en la cosa pública.
El cartel está compuesto de una leyenda y dibujos que simulan la factura infantil, de un niño muy pequeño. Hay una mano grande y amenazante, de color rojo, un ojo que derrama lágrimas y un rostro esquemático, cuya nariz es un triángulo y cuyos labios, también rojos, se ven doblegados por una raya que congela la sonrisa. El problema surge cuando uno lee las cuatro líneas en vertical y en negro grueso. Llegas a dudar de si estás leyendo bien o mal. Los publicistas escribieron en mayúsculas: "DE MAYOR QUIERO SER COMO MI PAPÁ". Después tacharon el verbo QUIERO y, a la derecha, con caligrafía infantil añaden "no quiero". Es decir, el cartel queda como sigue: DE MAYOR no quiero SER COMO MI PAPÁ.
La perversión de la campaña rebasaba todo límite y todo sentido de la decencia. Hay un padre detrás de cada niño que es culpable e indeseable como modelo de conducta. La figura del maltratador se extiende a todo progenitor. Para ser un buen hombre, tienes que ser distinto de "él". El padre no es sino un niño hecho hombre. Algo puede torcerse en ese proceso que debemos "enderezar socialmente". Ese niño se hará mayor y podrá ser la pareja de una mujer. Objetivo: evitar que se convierta en el verdugo que parece tan fácil llegar a ser. Queda, pues, identificada la figura de papá con la de quien pega a mi mamá. No solo es un hombre que maltrata: es mi propio padre. No solo no debo, es que no quiero ser como él. Porque mi padre, sea quien sea, no puede estar libre de "esa marca". 
Llevo días preguntándome cómo pudo plantearse así una campaña. Resuena la voz de un niño Jesús que debe enfrentarse a Dios Padre. Es una figura ominosa y temible, que lo lleva a la cruz. ¡Padre!, ¡aparta de mí este cáliz! Además el tufillo infantiloide empaña el mensaje: el universo del adulto, todo él, debe desaparecer y ser aniquilado. El papá es viejo, vota mal, "no ha sido educado en igualdad". Solo distanciándose de su "mal ejemplo" el niño se construirá como un hombre nuevo, nunca antes existente.
No haré, por innecesaria, una loa a los autores de nuestros días. Les recuerdo, eso sí, el cuarto mandamiento. Honrarás a tu padre y a tu madre. ¿Dónde quedan aquí los derechos del niño? Se ataca directamente una de sus figuras de apego. Se abaten los muros de carga de nuestra infancia, de nuestra vida toda. Ya la ministra de igualdad ha redactado una ley en la que soslaya la patria potestad. Destruida toda auctoritas, (la madre está muerta por violencia machista) el padre es el último obstáculo que les queda.
La concejala del ramo, de Cs, ha pedido perdón. Lo que usted quiera, señora mía. Alega que el niño del cartel era víctima de violencia de género. Muy mal, me lo pinte como me lo pinte. Asume que el mensaje no ha sido bien construido. De hecho, no resiste el más mínimo análisis. Empieza uno a preguntarse en qué manos estamos y si, en verdad, hay expertos en algo. Quizá la mejor campaña sea no hacer ninguna. 

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