Que dice Pablo Iglesias que la elección de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado es idónea. Cal viva sobre sus audios con Villarejo, cuando consideraba éxito asegurado el putiferio como método de obtener información, o cuando decía a mí dame tribunales de tíos esta feminista que lo es, excepto si cree que solo la escucha un golfo.
La flamanta vicepresidenta Iglesias (parafraseando a la madre de sus tres hijos) añade, además, que Lola ha pedido perdón. Exigía su dimisión a gritos meses atrás, pero ahora opina que hay que darle una oportunidad.
Parece convencido este nuevo Pablo Manuel Iglesias, la mar de ufano en el primer consejo de ministras, como gusta de decir Irene Montero. La ha corregido la Real Academia Española con un argumento muy simple, como si hiciera falta dirimir sobre una cuestión tan de fondo. Ministra, con a, es también Yolanda Díaz. La conocimos de tertuliana en la Sexta Noche (todo bla bla bla y demagogia) y ahora tiene su estrella en el paseo de la fama. Aunque para méritos, los del niño Garzón: se cargó la Izquierda Unida él solito y ahora viste chaqueta y corbata. Se le ha visto luciendo un rolex al pater de la clase trabajadora, aunque dicen que es de pega. Falso o no, él sabrá. Malo, si el reloj es auténtico, malo si no lo es...
Se les ve de buenrollismo con el jefe, el ungido por las bases, que no por Leguina y compañía. Es tan dialogante y tan majo, que está encantado de recibir al inhabilitado Torra. Y es que la izquierda no crispa. Para eso están las derechas, en plural. Es una lección que aprendimos de Rodríguez Zapatero, a micrófono abierto con Iñaqui Gabilondo. Se quejaban por aquel entonces de la crispación que provocaba el PP (la derecha, en singular) al hacer oposición. Sin embargo, cuando Gabilondo le pregunta al ex-presidente por sus perspectivas electorales, Zapatero le contesta que la tensión le conviene y que él mismo va a subir el tono.
Tenemos que convivir con el cinismo generalizado. Parece que no nos queda otra. Puigdemont y Comín hacen payasadas en el parlamento europeo y el pobre Marchena trabaja contra viento y marea. Desjudicializar significa que existen intocables, ¡tomen nota! Camuflamos la subida de impuestos proclamando que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos. Entretanto, los pensionistas vascos hablan de solidaridad interterritorial. Y lo dicen ellos, que gozan del Concierto Económico.
A Meritxel Batet empiezan a notársele las canas. También Adriana Lastra está encantada de conocerse. Los que repiten cargos y ministerios van rodados: Celáa, Robles, Calvo, Marlaska, Duque...Tenemos un gobierno elefantiásico. Había que repartir y colocar a mucha gente de Dios. Son los mismos que hablaban de quitar grasa a la administración, de adelgazarla, de ponerla a la línea...
Es lo que predican Santi Abascal, y Cs, y Unidas Podemos. Parece que pasar hambre es fácil, si el estómago no es el de uno. Teruel por fin existe, y Asturias quiere implantar también la inmersión lingüística. Los políticos presos son presos políticos, ¿quién es el guapo que se atreve a discutir a Gabriel Rufián?
El gran enigma aquí es el estratega y superintendente. Se llama Iván Redondo y trabaja para el que mejor pague. Es una especie de Rasputín, que concentra cotas de poder inusitadas. Uno se pregunta dónde está la meritocracia y cuál será el precio que pagaremos. Los amiguetes de izquierdas nos invitan al entusiasmo: este gobierno es progresista, es feminista, es verde. La pena es que los de EH Bildu sigan en sus trece: los terroristas mataban porque no les quedaba otro remedio. Si algún diputado se escandaliza, María Chivite contesta que la derecha vivía mejor con ETA. A ver: vivir, lo que se dice vivir, no. Habría sido más acertado decir MORIR.
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