viernes, 12 de enero de 2018

LAS HIJAS DE EVA

En cierta ocasión le comenté a una colega, (medio en broma, medio en serio) que, si un alienígena visitara la tierra, en menos de 24 horas se hacía misógino. Bastaría con sentarlo frente al televisor tragándose un bloque de publicidad para que, él solito, dedujera "qué cosa es" un humanoide de la variedad "femenina". De nada serviría toda la artillería feminista con sus distintas concepciones. Si me apuras, hasta la exaltación de la "mujeridad", (que diría Germaine Greer), resultaría confirmadora y contraproducente. Entendería el pobre bicho que "ser mujer" es un problema, ya de entrada, además de una subrogación, una maldición y una auténtica pesadilla.
Veamos: compresas, tampones y salva slip, solo para empezar. Pañales también, por las pérdidas de orina. Por la mañana, fibra que facilita "la regularidad", tinte del pelo, cremas antiarrugas. No olvidar los depilatorios, los definitivos y los transitorios. Yogures de dieta en la merienda, maquillaje a todas horas, laca de uñas. Extensiones en el pelo, pestañas postizas, champú antiencrespamiento. Tienes barras de labios para dar y tomar, correctores, sombras, ilusiones ópticas. En definititiva: no hay mayor transformismo que el de una mujer, cuando se dispone a disfrazarse de mujer.
Podría seguir el vecino de galaxia con un documental sobre la "ablación del clítoris". Si cuadra, le cuentan lo de la "no equiparación salarial". Lo ponen al día en la cifra de muertas anual a manos de sus parejas o exparejas.  También en el número total de horas dedicadas a las tareas domésticas.
La variedad female humanoide le parecería un error de la naturaleza. Vería en ellas un subprototipo de la especie sobre el que hay que aplicar las debidas correcciones. En el mejor de los casos hasta podría apiadarse, asumiendo que la mujer NACE víctima.
Víctima de la anorexia o la bulimia, o las dos cosas. Víctima de una dependencia emocional severa. Víctima de discriminación en los altos cargos. Víctima también de agotamiento crónico. Víctima desde la menarquía hasta el climaterio y más allá. Víctima de amenorrea, dismenorrea, osteoporosis. Víctima del cartero, que siempre llama dos veces. Víctima de la subida de precios en la cesta de la compra.
"Ser víctima", (incluso de una hemorroide), no le gusta a nadie. Otra cosa es el victimismo, es decir, ir de víctima sin serlo en absoluto. En rigor, no por mucho victimismo que se exhiba hay más víctimas de las que son. El victimismo es una estrategia para alcanzar un estatus que legitimará una discriminación positiva.
Supongamos que afrontamos una epidemia de gripe. Siempre hay quien no la contrae. No cabe esperar que la persona sana desborde el sistema sanitario "para solidarizarse con los enfermos reales". Uno de los primeros objetivos de una sociedad, cuando tiene un problema, es conocer su dimensión exacta.
Con el pandémico "almohadilla ME TOO" pasa algo parecido. Una cosa es la visibilidad y otra la inflación. Yo no puedo decir que he sufrido una extorsión sexual, o violación, si lo cierto y verdad es que no la he sufrido nunca. Provocamos un colapso moral y, como tal, se nos vuelve en contra.
A partir de una denuncia en solitario, (siempre valiente), se ha producido una avalancha. Se nos dice que Hollywood (y aledaños) es una inmensa cloaca de aguas pútridas, navegada por individuos, en el mejor de los casos, poco fiables. Cuesta mucho entender a qué nos referimos exactamente, si lo convertimos en un fenómeno generalizado. Hay decenas de actrices muy bien pagadas, que trabajan con agente, acostumbradas a rechazar guiones y reclamadas por los mejores directores.
Ophra Winfrey, por ejemplo, ha tomado la palabra al recoger su globo de oro 2018. Ella misma insiste en que es mujer y pertenece a la minoría étnica del guapísimo Sidney Poitier. Ensalza a todas las hijas de Eva y advierte a los "hombres poderosos" de que "su tiempo se ha acabado". A ver cuándo se acaba el tiempo de tipos como "el chicle". El sistema abyecto que denuncia la ha encumbrado a un éxito millonario. Es dueña de una cadena de televisión y se la considera una de las personas "más influyentes del mundo". Sabrá mejor que nadie si vive en una meritocracia o no. Escuchándola, me pregunté a quién había preferido, si a Hillary, por mujer o a Obama, por negro.
La impresión que trasladamos es que el titilante talento femenino, (del tipo que sea), ha de pasar antes por la piedra o por la cama. Semejante afirmación solo puede hacerse cuando ha sido constatada. Van cayendo honras y se mencionan nombres cada semana, ¿es proporcionado este ME TOO global? Ya son legión los hombres a los que se acusa. A un grupo de mujeres se las acusa de no acusar. La sospecha se extiende y lo oscurece todo. Lo que está en juego es la verdad.
En pleno temporal norteamericano, ha saltado un sector del feminismo, (llamémoslo así), francés. El manifiesto, que se puede leer, deja bien claro que la violación es un hecho de gravedad extrema. El abuso y la extorsión sexuales existen y negarlo, además de irresponsable, sería imposible. Muchos humanoides de la variedad "masculina" lo sufren también, en algún rincón oscuro del arcangelizado mundo LGTBI.
El manifiesto francés es, en mi opinión, un grito de dignidad edificante. Les dice a las mujeres ¡no sois débiles!, ¡no sois estúpidas! Acusar a Catherine Deneuve de "banalizar la violación" como contraargumento es ridículo y una injusticia. Habría que pensar detenidamente quién banaliza qué. En Francia hablan, ¡ironías del destino!, de un "feminismo histérico". Lo digo porque la historia de la histeria las privaría de razón y no al revés. Más que feminismo histérico, yo lo llamaría "feminismo ciego". Corre el mismo peligro que corren todos los "ismos". Puede adquirir autonomía y convertirse en un fin en sí mismo. Como una hernia, se estrangula y corta la circulación de la parte con el cuerpo. Además, las mujeres no estamos obligadas a estar de acuerdo. Ser mujer no es un destino fatal o una militancia.
Se dice que el feminismo está abierto en canal. Se habla de mujeres contra mujeres. Parecería que las mujeres se tiran de los pelos y afilan sus uñas, allí donde los hombres discuten posiciones. Particularmente celebro discrepar de las de Femen. Ahora les ha salido una disidente muy cabreada. Dice que está dispuesta a largarlo todo: todo lo que se cuece allí dentro.
Victimizar mujeres en masa es un abuso antisistema y un gran negocio. La victimización perpetúa los problemas, que se retroalimentan, incluso de la teoría a la práctica. El cine francés, (permítaseme la licencia), hace muy bien en sacudirse la culpa. Si tu dices ME TOO, entiende que mi hashtag sea PUES YO NO.
 

1 comentario:

  1. Muy buen artículo, que hace reflexionar. Yo lo voy a hacer. Felicidades!

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