sábado, 27 de enero de 2018

CORRECCIÓN APOLÍTICA

Entre la entronización de la "corrección política" y la incorrección más salvaje, ha desaparecido, en los últimos tiempos, la honestidad de reparar en "ciertos detalles". Espero que no se me tache de "homófoba", porque ya era lo que me faltaba. Fui muy amiga de un tal Patricio, ¿recuerdan?, el tipo aquel de Sin el Permiso de Dios.
Éramos muy jóvenes y el mundo algo enclenque. Mi amigo, mi buen amigo, sencillamente se enamoraba de los chicos. Caminaba con mucha finesse y su refugio era la ópera: los compañeros de instituto lo tenían "calado" y, al pasar, nos tiraban piedras.
Ha llovido mucho desde entonces. Aquellas aguas estancadas se removieron. Fui libre, ¡libre!, de aguantar alguna pedrada, motivo por el cual decido seguir siéndolo ahora.
Me explico. Escucho hace unos días en una entrevista a Miguel Bosé. Tiene cuatro hijos preciosos, que son su prioridad absoluta. Se le nota el amor, que le sale a borbotones por sus ojos siempre perfilados. Solo quiere protegerlos con siete lacres, de un mundo que, supongo, no le parece "muy fiable".
Hasta ahí todo bien. El ejercicio de la paternidad me interesa, y mucho. El problema llega cuando empiezan las reformulaciones. A una pregunta de la presentadora, Miguel Bosé se embala y pierde pie.
Familia es, dice, un hombre solo o una mujer solos con hijos. Familia es un hombre con dos mujeres o una mujer con dos hombres. Familia es cualquier organización que pretenda serlo. Y también...(y ahí levanta un dedo acusador), un hombre y una mujer. Dicho así, me provocó un sobresalto. El tono no era arrogante, pero casi casi. Es decir, la heterosexualidad monógama quedaba relegada al último lugar. Como si fuera el pusilánime acatamiento de una norma.
Macho y hembra no son un producto básico biológico. Además de gametos, tienen cerebros humanos. La respuesta de Bosé me pareció muy significativa, además de esclarecedora, todo muy a mi pesar. Digo esto porque no es la primera vez que me topo con algo así. Al revisar un libro de texto, en Galicia, casi me tiro de los pelos. Cuando se estudian los llamados "modelos de familia", a la variedad "hombre y mujer con dos hijos" se la llama "familia tradicional". ¡Dios! ¿Por qué no pedimos que nuestra chavalería estudie unas nociones de antropología?
De la vieja injusticia surge la nueva demanda. La demanda acaba siendo discriminación positiva. La discriminación positiva se alza discriminando, (sé que exagero). Y así sucesivamente. Esta onda que vivimos tiene su lenguaje. Es reconocible, repetido, machacón: visibilidad, LGTBI, literatura trans, queer, poliamorosas... Es problema mío, ¡cierto!, ser tan impermeable a las jergas.
Pensé entonces que no es correcto llamar "corrección política" a este fenómeno. La marea que se ha extendido no es menos "antipolíticos" que otras. En una versión suavita, se declaran apolíticos en general. Aunque Gays icónicos hay un buen puñado en la sociedad española. En la izquierda peleaba el difunto Zerolo. La cúpula  del PP fue a la boda del exalcalde de Vitoria, Javier Maroto. Sé que hubo diferencias de concepción entre Zapatero y el PP. Abstenerse los que quieran refrescarme la memoria.  Corrección política, en todo caso, fue la de la presentadora. Es imposible que no reparara en esa especie de proscripción. Si hubiera un lobby, ¿allá iba Bosé de cabeza? De Amaia, de OT, y su partenaire se dice "la típica parejita hetero".
Estuve dándole vueltas unos días. Ya se sabe, una cosa lleva a la otra y a otra y a otra. Pensé que los homosexuales varones deberían saber que carecen de útero. No hace falta que diga que no es culpa mía. Como el mundo es un valle de lágrimas, siempre pueden adoptar. Lo hacen también las parejas heterosexuales estériles, o incluso sin infertilidad de por medio. ¿Qué pasaría, si el mundo fuera "justo", y cada hijo perteneciera a su padre y a su madre? Porque los niños no se fabrican en tanques de acero.
Una segunda opción es el llamado "vientre de alquiler". Rogaría que se lo llamara útero y no vientre. Sé que no es "un invento" para homosexuales, lo cual no lo hace más comprensible a mis ojos. Por suerte, el mundo no soy yo ni yo soy el mundo. Hay vida más allá de las limitaciones de cada uno de nosotros. Tendría que mirar a los ojos de una mujer y escucharla: tal vez por fin entendería por qué gesta y alumbra un niño, para después entregarlo.
Es un hecho que el feminismo está discutiendo esta práctica de contractualidad libre. Se habla de granjas de mujeres, lo cual es otro "cliché". Siempre nos chafan el argumento aquellas que dan un paso al frente y aseguran hacerlo "porque quieren hacer felices a otros". La felicidad es un buen motivo, francamente.
La homosexualidad femenina lo tiene más fácil, pero solo en apariencia. A falta de un útero, cuenta con dos. El problema está en el "segundo miembro" de la ecuación. Quieren un hijo, pero sin intervención de varón. A veces recurren a la inseminación asistida. No es raro que la adopción esté entre su cartas. Las cosas son así, de momento. Yo misma me sorprendo de estar escribiendo esto.
 
 

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