lunes, 17 de febrero de 2020

BLANCO Y EN BOTELLA

De un modo u otro, y desdichadamente, Franco y el franquismo se han convertido, para un amplio sector, en el eje alrededor del cual gira buena parte del debate político, público y hasta literario. Así las cosas, antes de Franco la realidad era una especie de Babilonia floreciente, prometedora, paradisíaca. Pero la sombra del caudillo es tan alargada, que ha empañado todo cuanto llegó después, hasta hoy. La transición está siendo burlada e invalidada con una enmienda a la totalidad. No en vano un arrogante Monedero (que es de mi quinta) escribió su libro titulado La transición contada a nuestros padres. La misma Almudena Grandes, en plena promoción, afirma que su personaje había dejado una España en guerra, sí, pero libre, maravillosa. En los años cincuenta, en cambio, se encuentra un país que la autora califica de manicomio. Hasta en una gélida estepa solitaria existía más vida y esperanza.
Los profetas del futuro, pues, se erigen como adanes enviados por el mismo Creador: España empieza ahora, desde cero. El diseño, sin embargo, es  inquietante y lo es en grado superlativo. Acabará engulléndonos, (si no lo está haciendo ya) como las arenas movedizas de una ciénaga. 
Se pretende legislar (más de lo que ya se ha hecho) sobre la exaltación y las loas al Régimen. La pregunta es: ¿qué podrá decir o no un historiador sobre ese período de nuestro pasado reciente? Stanley GPayne, si se refiere a un desarrollismo económico, acabará directamente en los tribunales. El mismo Iñigo Errejón expresa sus dudas al respecto. No parece tenerlo tan claro Xabier Sardá. Declaraba hace unos días que la Historia no era para los historiadores, sino para todos. Con el debido respeto, tal disciplina debe estar en las manos de los investigadores. Los demás vamos tomando notas. Lo extraño del caso es que el rigor que se pretende es Historia monolítica. Se impone un relato del que se excluyen hasta los documentos y los archivos. Y la memoria, que da nombre a una ley, no nos es permitida, por mucho que hayamos vivido, visto y oído...
Corría el año 1903 cuando murió Sabino Arana. Sus delirios sobre una distopía que anhelaba no tuvieron nada que ver con el generalísimo. El veneno nacionalista en fase embrionaria ya empezó a inocularse a la población. El ideólogo se inventaba hasta los nombres de pila. Tomó el Klodovicus de la tradición germánica y lo convirtió en Koldobika (Koldo); de la tradición aramea asimiló el Cefas, que acabó siendo Kepa. Su objetivo, como se ha explicado hasta la saciedad, no era otro que apartarse de lo que llamó erdera (lengua extraña, es decir, el castellano). Recomendaba a los vascos (aunque no hablaran el vascuence) que contestaran nik estakit erderaz, (no hablo extranjero).
Es curioso, porque han transcurrido 117 años desde su muerte. Eso no impide que la alcaldesa de Vic siga sus pasos. La diferencia está en que ella llega a tiempo para señalar a Franco como causa primera, aunque el franquismo no sería más defendible por mucho que no podamos imputarle más pecados de los que corresponde.
Uno de los mitos más extendidos es el del prohibicionismo. Hay chavalería convencida de que, si hablabas en gallego, te encerraban en la cárcel. Editoriales como Icharopena, de Zarauz, publicaban su manual Aprenda el vasco, en el año 1958. En el año 1969 se concedía el Premio de Honor de las letras catalanas. En el año 1963, por ejemplo, se otorgó el premio Joaquím Ruyra de narrativa juvenil a Josep Vallverdú. La obra llevaba como título L'abisme de Pyramos. El premio Josep Pla se lo llevó Terenci Moix en el año 1968. Firmaba Onades sobre una roca deserta.  
Existían muchos otros premios: el Prudenci Bertrana, el Lletra d'or, el Mercé Rodoreda. En el año 1944 se representaron tres obras en catalán en el Palacio de la Música. Había tebeos para niños como História i Llegenda. En un mes de junio (con la visita de Franco incluida) se inaugura la cátedra Milá i Fontanals para el estudio de la lengua catalana.
Es cierto que la enseñanza reglada se impartía en español. Hay que decir que nunca había sido de otro modo un sistema que empezaba a ser obligatorio. La propia Constitución de la Segunda República incluía un artículo en defensa de la lengua común y las misas se celebraban en latín...
Las similitudes entre la alcaldesa de Vic y Sabino Arana van más allá de su llamamiento. Anna Erra se refiere al fenotipo catalán. Los vascos, tiempo ha, reservaban un apelativo para los de fuera. Eran los belarrimotz, que significa orejas cortas (o cortadas). Ellos las tenían más grandes y, por lo tanto, diferentes y diferenciadoras. Es el genotipo (pureza de sangre) que se expresa a través de la apariencia. La alcaldesa considera fácil distinguir a un catalán de un no catalán. Escuchando hace unos días a Pitingo y Miguel Poveda... nació este artículo. Pitingo tiene sangre de gitanillo y se le nota. Poveda (de Badalona) por la pinta podría ser vizcaíno, coruñés o sevillano. La propia María jiménez (que era la anfitriona) fue una rubia despampanante. A Miriam Nogueras, del PDeCat, le encanta pasar por aria y también se le nota.
Hay, sin embargo, diferencias entre Arana y la alcaldesa de Vic. Al bueno de Sabino le estorbaban, y mucho, esas masas de inmigrantes que violentaban la idílica y bucólica existencia de la patria que llamó Euzkadi. Anna Erra, en cambio, es asimilacionista: si eres del Magreb y solo hablas catalán... ¡bienvenido a bordo! Según un experimento de David López Frías, hay inmigrantes en Vic que no saben hablar español. En la escuela de adultos solo les enseñaron la Llengua, con mayúsculas. Su integración se entiende de esa forma exclusiva. Se cumple el sueño largamente acariciado por una generación de sociolingüistas...
La gran paradoja quizá sea la inmigración hispanoamericana. Hablo de todos esos hombres y mujeres que empujan la silla de ruedas de nuestros viejos. En el País Vasco se les llama los Machu Pichu. Llegan a la metrópoli que les dio la lengua en la que hablan. Vienen  a buscarse la vida, no a hacer turismo. Si tienen un niño de ochos años o un bebé, los escolarizan en la inmersión, salvo excepciones muy contadas. Eso provoca una grave disrupción familiar. No pueden ayudar a sus hijos en las tareas escolares por una barrera idiomática. También les ocurre a muchos naturales que aplauden con las orejas. Por increíble que parezca, el sistema condena al analfabetismo ocasional a millares de licenciados. Nuestros hermanos del otro lado del charco sabían que no iba a ser fácil, nada fácil. Lo que nunca imaginaron es que el español no sería suficiente en España.

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