lunes, 23 de abril de 2018

PERFORMANCE

Fiel a su tradición de publicar en el diario Gara y con fecha de 8 de abril, ETA ha decidido hacer pública una declaración, (con nota explicativa añadida), "sobre el daño causado". Se dirige "al pueblo vasco" como único interlocutor válido y nicho natural, y se define "organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional". Quizá piensan que en todos esos apellidos ilustres encontraremos su marchamo y un magnetismo ideológico puro. Los nobles fines justifican medios más discutibles...Son  generaciones de milenials con alguna mano blanca para manejar el bolígrafo, marcadas a fuego, dicen, por el resplandor de Guernica.
Empiezan por reconocer "el daño causado" en el transcurso de su "trayectoria armada". Más que un grupo terrorista, se diría que habla un ilusionista en cinemascope. A los crímenes los llaman "consecuencias del conflicto": es decir, si mataron, fue porque no hubo más remedio. No solo se comprometen con la superación (¡ay!), sino con la "no repetición", dueños absolutos, claro, en el diseño de nuestro futuro. Si en algo han sido vencidos, tal batalla es la del relato: sus detractores son unos mentirosos.
El tiempo del dolor ("desmedido") abarca "estas décadas", indefinidas en el texto. "En nuestro pueblo", afirman con el impersonal, "se ha padecido mucho". Mencionan "muertos", "heridos" y "torturados", todos indiferenciados, aunque no señalan la extorsión económica como cota de malla del terror silenciador y sistematizado. No olvidan a las "personas que se han visto obligadas a huir al extranjero", tipo De Juana Chaos, que acabó montando una licorería en Chichiriviche. Se fue perseguido por una justicia "disfrazada" de ley, coautor de actos diluidos en una responsabilidad colectiva.
Con una frase que corta el hipo, sentencian que "nada de ello debió producirse jamás". Es tanto (y tan poco) como decir que se produjo y punto. Después llega el paliativo, ¡cómo no!, y es que nunca falla: la causa segunda (después de Guernica) fue "el conflicto político histórico". Se trata, al parecer, de un sufrimiento exclusivo y anterior al nacimiento de ETA. Para colmo, a pesar de haber dejado de matar, ese sufrimiento persiste. La conclusión no es otra, pues, que ETA no podía no haber nacido. Tuvo su tiempo, su legitimidad, sus errores y su final. Dos son los culpables: el estado, (pasado, presente y futuro, pues siempre será el estado) y las fuerzas autonomistas, dicho así. En el "honesto" reconocimiento de la culpa, sin embargo, (¡estamos de enhorabuena!), ETA les lleva la delantera moral. Es nuestro turno, señores: declarémonos, cuando menos, corresponsables.
Aseguran querer mostrar respeto a los muertos, (damnificados por "el conflicto" y no por las balas y las bombas). Llegan ustedes muy tarde, porque lo que querían los muertos era vivir. Llaman "acciones" a los crímenes y añaden un lacónico "lo sentimos de veras". Más parece una exigua cortesía concedida, después de negarnos lo que sería exigible.
Siguen con ese verbalismo de parvulario y abren brecha entre las víctimas: salvan, de entre todas, a "quienes no tenían participación directa en el conflicto". No sabemos a quienes se refieren, ni cuáles son los nombres de unos y otros, ¿cuántos, pues, son culpables de haber sido asesinados? Si contabilizamos Guardias Civiles, (fuerzas represoras) y políticos, la petición de perdón se restringe a muchos menos. Gregorio Ordóñez, en paz descanse, merecía la bala que lo mató. Otros, ¡pobres!, pasaban por allí y sus asesinos se vieron "obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada". Respetan tanto la normativa estos muchachos, que hablan de "ciudadanos y ciudadanas". También entenderían que nos revolviéramos en nuestros asientos: no estamos obligados a aplaudir. ¡Vaya!, ¡muchas gracias!, ¡agradecidos de veras! La democracia gramatical...¡resulta tan fácil!
No podía faltar un recordatorio a las víctimas de la cloaca estatal. Nos exhortan a no caer en el error de aplaudir tales crímenes. Otra vez ese "por el otro lado también hubo..." Ténganlo ustedes en cuenta. Añaden una ráfaga de deseos, así, lanzados al viento: ¡ojalá, se lamentan, nada de esto hubiera ocurrido! Ojalá es una expresión de influencia árabe; Ox-Alá. ¡Por Alá no pudo dejar de ser lo que fue por la voluntad de los hombres!
Todos, según esta ETA del biberón, tienen que reconocer sus responsabilidades. Es un "todos" disolvente, diluyente, exculpante. El mea culpa trata de fortalecerse afirmando que siempre reivindicaron sus actos. Como iban "a cara descubierta", eso los hace mejores. Este texto pírrico es un autohomenaje parido en el estado del ultrabienestar. Puedo imaginarlos, debatiendo en sus locales. ¡Pido la palabra!, ¡y yo!, ¡y yo también! Después siguen discutiendo en la ruta del pintxo-pote, con sus cortos de cerveza y sus iphones apple.
Si un halago sale de sus entrañas, (falsamente totalizador), se reserva para la ciudadanía vasca. Se la limpia, ya de entrada, de vicios como el cinismo y la hipocresía. "El conflicto" como epifenómeno sigue capitalizado y dando buenos réditos. Y pide a gritos, (concierto aparte) una solución democrática.
En la nota explicativa se ofrecen como documentalistas para los vascos que quieran trabajar sobre la historia de ETA. La tarea de sacar a la luz "toda la verdad", nos dicen, sigue pendiente y, por lo que se ve, no se le confía a cualquiera. Podrían empezar por decirnos quién mató a quién: el diario de Yoyes, desde luego, fue muy esclarecedor. La frase final apunta a esa mano con ciertas inquietudes literarias. Acabar con el bombardeo de Guernica es toda una licencia poética. Bombardeos hubo muchos, pero aquí estamos los descendientes. Esas llamas se apagaron, mucho antes de tanta sangre derramada.

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