jueves, 17 de mayo de 2018

QUIM KONG

En la historia de la literatura y del cine podemos encontrar extrañas relaciones pseudoamorosas, incluso "interespecies": el propio rey Kong, King Kong, ve aplacada su hambre de carne humana cuando la tribu le ofrece una muñeca delicada, diferente, de piel pálida y cabellos de oro. El gran Kong recorre la selva con su trofeo en una mano cuadrúpeda. Se siente turbado, desconcertado, obnubilado. No comérsela de un bocado, (como habría hecho con una negroide), acaba siendo su perdición. Ella, que transita del horror a la confianza, no es capaz de protegerlo, aunque la aventura le asegurará la gloria.
La imagen de "pija" de buena familia se encarna, casi siempre, en una chica tipo Cameron Díaz o Ivanka Trump. Representan el estatus social, las grandes fortunas, el club de campo. Cosa muy distinta son el prostíbulo y la calle: la carne aparece oscurecida, mancillada, envilecida. Hasta el propio Antonio Machín le preguntaba al pintor por qué nunca te acordaste de pintar un ángel negro
En tiempos, a las chicas de aldea las delataba su piel curtida y morenoide, por la exposición al sol y al aire libre. Las damas, verdaderas rosas blancas, se protegían con sombrillas y detestaban las pecas mucho más que cualquier otra "marca". Una mancha, ¡solo una!, podía dar al traste con los planes y espantar al mejor postor. La mayoría de las novias siguen hoy casándose con vestido blanco, que es el color que simboliza la pureza. Barak Obama pasó a la historia como el primer presidente "de color" de los Estados Unidos de América en un jubileo sin precedentes. Siempre se nos olvida que es tan blanco como negro. La aria Miriam Nogueras pasea su genoma por el Parlamento español, como ambrosía "sólo para mirar".
La fascinación hortera por las suecas fue lugar común en el cine de la transición, incluso antes. Eran altas, rubias, delgadas, valquirias llegadas de los pueblos superiores del norte. Benito Pérez Galdós describe a Fortunata y Jacinta según este patrón fisonómico: Fortunata es una morenaza de ojos oscuros, pero su baja estofa es un destino insuperable. El pobre Rubin se empeña en enseñarle a leer y a escribir. Sin embargo, la cabra siempre tira al monte. La belleza de Jacinta encaja mejor en los salones: todo es cuestión de realzarla con los tejemanejes de Barbarita Santacruz.
Los historiadores de la moda aseguran que los tacones se inventaron para que las muchachas parecieran algo más altas, flamígeras. Las proporciones corporales quedaban así perfeccionadas sobre una especie de pedestal. Cuanto más altas, más distinguidas y, por tanto, más próximas a conseguir un buen matrimonio y subir en la escala social. La calidad del genotipo se manifiesta en el fenotipo, y viceversa.
No sé por qué, pero al gran Wyoming le molesta que se mente tanto a Hitler. Se lo he oído decir en varias ocasiones, a la par que no deja de mentar a Franco. Las juventudes adscritas al nazismo representaban una obsesión patológica por lo esencial, lo puro, lo sano, lo fuerte, lo no contaminado. No teniendo mancha, eran seres superiores, que levantarían el más grande imperio jamás conocido. Todos los demás eran escoria y producto deletéreo: ¡judíos!, ¡negros!, ¡gitanos!, ¡viejos!, ¡enfermos! También exterminaban con morfina a los esquizofrénicos y los epilépticos, a los que Hitler, (y no sólo él), odiaba especialmente. Los estudiantes se convirtieron en vigías de la raza y señalaban a sus profesores (¡habrían vendido a su propio padre!) que desaparecían de la noche a la mañana por cuestionar al Führer. ¿Exagero si digo que a Francisco Oya lo han denunciado sus alumnos, por practicar la libertad de cátedra y cuestionar la historia sagrada nacionalista?
Desde los primeros eugenetistas hasta los pioneros de los test de inteligencia, (aplicados a soldados), todos han contribuido (alentados por un dramático instinto humano) a catalogar grupos de individuos, y no individuos, que es distinto. El propio partido socialista debe arrastrar algún viejo prejuicio, pues pretendía exigir un 5`5 (contra el 6`5) para que los más desfavorecidos no se descolgaran de los estudios. La izquierda de café a 6 euros en el Embassy concebía así una clase obrera menos capaz: había, por tanto, que facilitarle un poquito las cosas, y también las notas.
Qué decir del ilustre Sabino Arana. Es conocido de todos, aunque murió en 1903. El mismo sector que exige el cambio de ciertos nombres a nuestras calles, no se atrevería a censurar un busto levantado en honor de tan brillante ideólogo. Con menor grado de penetración política, Castelao sufrió una revelación: se dio cuenta de lo terrible que era no ser gallego por esos andurriales de Dios. No obstante, la sociedad gallega no acaba de entregarse a un nacionalismo que contagia Valencia, Baleares, Navarra, como un vertido de crudo, quizá porque, (pito pito gorgorito), a diferencia de Cataluña y País Vasco, en Galicia solo existe un nacionalismo de izquierda.
Las ideas de superioridad e inferioridad circulan más o menos sutilmente, incluso cándidamente. La autora de Mi casa en un árbol asegura, sin que nadie se lo haya dicho, que sus hijos y ella forman una familia de superdotados. En concreto, en el País Vasco, (no me lo toméis a mal), a muchos les gusta decir y creer que son más: son más eficientes, más serios, más capaces... allí se fabrican los braquets y en Andalucía solo se cultivan tomates.
Yendo al grano de una vez por todas, este es el nuevo presidente que ocupa su asiento en la Generalidad de Cataluña. Responde al apellido Torra, Quim de nombre cristiano, y se considera a sí mismo "interino". Lo avala una trayectoria intachable: desde el asociacionismo de élite, hasta publicaciones en toda regla. Como su contenido es pura nitroglicerina, sus socios pedían consideración y apertura de miras. Tengo ante mí un artículo firmado por el susodicho. Está escrito en un catalán que entiendo, porque todos fuimos parte del imperio romano. Una frase en forma interrogativa llama poderosamente mi atención: ¿Quién se atrevería a citar uno de estos españoles que viven entre nosotros, que haya significado alguna cosa en la historia y el progreso de la humanidad
El concepto de "espanyol" como naturaleza degenerada no es raro entre nacionalistas. Artur Mas se confesaba harto de cargar con los niños extremeños y molesto por lo mal que se les entiende cuando hablan el castellano. Al menos Arzallus era más elegante: se refería a "la lengua de Berceo", que no era la suya. Suelen ser bienvenidos seres de otras procedencias, siempre y cuando abracen la causa y hagan de peones. Y es que estos supremacistas de pico, pero no de pala, son "muy gente de palau". La palabra palau les gusta mucho: Palau de la Generalitat, Palau Sant Jordi, Palau...
Quim Torra apela a tests de inteligencia como una medida validante y segregadora. Él mismo, por lo visto, nos ha examinado uno a uno en un flamante estudio "comparativo". Un periodista ya se ha atrevido con un experimento: publicó parte de los textos del président escribiendo "catalanes" allí donde el autor había escrito "españoles". Se desató una reacción de indignación en twiterland, que fue borrada ipso facto. Los ofendidos se soplaron unos a otros que eran, en realidad, párrafos de Quim, lo cual los dejaba a todos con el culo al aire.
Lo desesperante del caso (el resto es más de lo mismo) es el enfermo llamado España: le fallan los riñones, aguanta con respiración asistida y el corazón amenaza su avitaminosis ideológica. Ni un eco se oye en las calles contra un odiador de razas de subhombres que afirma que somos. Albert Rivera acaba de celebrar un primer conato para unir a todos los españoles. Marta Sánchez ha cantado el himno, pero cientos de miles no saben dónde meterse. Torra no le gusta a casi nadie, porque no pueden permitirse admitirlo de cara a la galería. Como mucho, apelan al diálogo, en el sentido de que "la culpa es de los anteriores, que no dialogaban". Eso ofrecen en Podemos, que todo lo pueden. El diálogo, por lo visto, es como la lámpara de Aladino: la frotas y listo. Pedro Sánchez fue más lejos, pero antes de ser Presidente. Se atrevió a llamar a Torra "racista".
Por mucho menos (una frase de Marie Le Pen sobre los extranjeros y la ley de extranjería) media Francia salió a gritar su bochorno nacional. Los movía la convicción de que "ideas así" no tienen cabida, ni en la sociedad francesa, ni en un dirigente político, homologado y homologable. ¿Qué clase de parálisis moral atenaza a un país como este, por otra parte tan envejecido?
Alguno ha confesado que confía en que los mayores, entiéndase votantes del PP, vayan muriendo y, con ellos, "todo lo malo". Somos, pues, un instituto gerontológico a la espera de algo mejor. La República que anhela Quim Torra (y todos sus simpatizantes) debe ser algo así como una efebocracia libre de colesterol. Puedo imaginar sus desfiles, las banderas, el júbilo nacional-ista y gimnástico. Pero a Torra eso no le es suficiente. Al PP tiene que sumar a Ciudadanos y otros reductos protofascistas, bestias descerebradas, amparadas en una legalidad que es fruto del franquismo. ¡Cuidado, amigos!, ¡las palabras son suyas, no mías! Tal como está todo, he de aclararlo.
Como King Kong, este gigante con pies de barro "las prefiere rubias", incluso si son teñidas. Así se entiende que enardezca su fobia hacia los espanyols, (una parte que acaba siendo el todo)alimentando un alto concepto de si mismo fraudulento. Es la vieja, viejísima historia de siempre. Bastaría con que se leyera a sí mismo, (y levantara la cabeza cuando le interpela Xavier Domènech) para comprobar cuán equivocado está.   
 
 

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