domingo, 2 de abril de 2017

DOBLE VARA



Hay que ver de cuántos instrumentos de medida se ha servido la humanidad desde sus albores como especie. Hemos aplicado referencias para calcular lo más grande y también lo más pequeño. Nuevas teorías iban exigiendo un refinamiento cada vez más osado, incluso trastornador: partículas subatómicas, años luz, espacio tiempo...
No porque una realidad pueda ser mensurable, encontramos las mejores soluciones. Se podría decir que, de tanta tasación, la sociedad se ha vuelto cuantitofrénica. Si suben las muertes por violencia de género, ¡algo estamos haciendo mal! Si suben los muertos por accidente de tráfico, ¡algo estamos haciendo mal! Contabilizamos caso a caso, después de un esforzado etiquetaje: bullyng, moving, homofobia, violencia filioparental.
Existen, por otra parte, áreas morales que son zonas ciegas. Podríamos conocer el número neto de twitts emitidos por minuto, pero no controlar su contenido uno a uno. Sí podemos legislar, y lo hacemos en sede parlamentaria. El que hizo la ley, no siempre hace la trampa.
Es en este terreno donde más se practica la doble vara de medir. Lo vemos a diario, en la vida pública y en la privada. No sólo está trucado el juego de pesas; el fiel de la balanza parece torcido. Y lo que es aún peor: la intención del comerciante es estafarte.
Desde la ley del ministro Corcuera, (cuyo precepto llamado patada en la puerta fue anulado), no se habían cambiado algunas normas. La nueva legislación de seguridad ciudadana tuvo que afrontar muchos retos. Internet y su caudal de excesos era una prioridad urgente: estamos en una plaza pública y hay que regular la convivencia.
Que muchos la prefieran anormativa, no les otorga razón. Si abres tu cuenta desde un PC distinto, inmediatamente se te notifica. Los perfiles falsos no son, al parecer, el mayor de nuestros problemas. Una tal Cassandra, (aspirante a docente), iba a tumba abierta, y nunca mejor dicho.
Existe una díada sagrada, que combina el humor con la libertad de expresión. Aquí no hay metro que valga, ni siquiera una tomografía axial computerizada. La cosa suele funcionar así: el ofendido interpone una demanda y el juez decide. Hemos visto de todo, y todo en función de la misma ley. Sirva como nota, y no a pie de página, el caso de un concejal del ayuntamiento de Madrid. Tuvo que enfrentar las protestas de un grupo de policías municipales, que lo esperaban en la calle, cargados de demandas y de cabreo laboral. No dudaron, ni él, ni el resto de la corporación, en apelar a un posible delito de odio. La ley que denostaron como mordaza, de pronto, les iba al pelo.
En el caso que nos ocupa, tenemos tres asesinados: el almirante Carrero Blanco, su chófer y un agente. Era el Presidente de un régimen en el que ETA ya mataba. No olvidemos que esa fue una combinación letal, en virtud de la cual se aplaudieron sus crímenes en democracia.
Existen cuatro reglas básicas a la hora de hacer humor: la piedad, no engendrar odio, no contemporizar en exceso y la inteligencia. A Cassandra el juez le aplica un año de prisión, pero a Zapata se le absuelve. Delito de enaltecimiento del terrorismo versus humillación de las víctimas. No entrará en la cárcel la lumbrera, ni yo lo deseo. Porque éste, y no otro, es nuestro marco legal. No hagamos, pues, alharacas, y menos quienes nos representan. La alternativa a la prisión no puede ser, en ningún caso, una sociedad amorfa o inerte.
No existe la libertad individual en estado puro. Sin responsabilidad, carece de sentido. La libertad de expresión, concebida como un campo sin vallas, acaba siendo un inmenso páramo, un estercolero estéril.
Cassandra es joven, es cierto, pero apunta maneras. La sociedad adulta vuelve a dividirse al juzgar su reincidencia. Me sirve, para terminar, la pregunta que lanzaba en una tertulia un curtido periodista: ¿defendería Pablo Iglesias la causa de un ultraderechista que aplaudiera la horrenda masacre de la Calle Atocha?

1 comentario:

  1. Efectivamente, existen dos varas para medir,a las pruebas me remito, ?y Pablo Iglesia ?me callo mi comentario sobre ese individuo. No merece ni una línea. .Pepita.

    ResponderEliminar