lunes, 15 de agosto de 2016

SALIR DEL ARMARIO

Hace un par de años, aquí en Pontevedra, fui a ver a Concha Velasco en Olivia y Eugenio. Interpretaba el papel de la madre atormentada de un joven con síndrome de Down. El auditorio estaba lleno hasta la bandera, justo en un momento en que el debate sobre corrupción alcanzaba su fase más virulenta. Uno tenía la impresión de que el apocalipsis nos pisaba los talones.
En medio de sus tribulaciones monologadas, Olivia se pregunta qué es ser normal o anormal. Con un crescendo apasionado repasa ciertas actitudes humanas, desde las más veniales, hasta las más graves. Buscando el aplauso fácil, no sé si tan afortunadamente, menta a los políticos que roban y el público estalla en una ovación que estremece los cimientos de la sala. Después cita a los terroristas que matan, pero ni un batir de alas se oye en todo el recinto.
Que matar es peor que robar lo dicen el catecismo, las constituciones y el Derecho. Sin embargo, pueden existir climas sociales patologizados en los que se invierten los términos. Por razones de diversa índole se ha solapado la corrupción con el Partido Popular. Se dice que todos son iguales cuando hay que salvar los muebles, pero los peores cargan con su marca grabada a fuego.
Los casos juzgados en firme o pendientes de juicio no pueden negarse. El resto...un inmenso basurero informativo donde se renuncia al más mínimo rigor o respeto. Así las cosas y pese a todo, Mariano Rajoy consigue 137 escaños. Hasta el dúo juvenil Arnau y Griso arruina una bonita canción preguntándose quién vota al PP. No me parecería una respuesta satisfactoria, ya que estamos, la cifra exacta, que ronda los ocho millones de españoles. Mucho más contundente, aunque parezca paradójico, sería levantar el dedo y gritar ¡¡¡yo!!! Si usted tiene un hijo, o un nieto, fan de estos músicos, quizá se vea obligado a dar unas cuantas explicaciones. Las que yo daría tienen más que ver con el buen arte de un letrista contemporizador, que no contemporáneo.
Por si esto fuera poco, vuelvo a sorprenderme el sábado, en el debate La Sexta Noche. Un contertulio, (y algunos más), celebran que, finalmente, un inhabilitado Arnaldo Otegi pudiera presentarse como candidato a Lehendakari. Son los mismos que apartarían a Mariano Rajoy de la vida pública e inhabilitarían a todos los que le votan. Una vez más se impone un relativismo moral inconcebible ya a esas edades.
Ocho millones de almas, ¡¡¡ocho!!!, son el peso de la prueba. Y esos ocho millones se preguntan cómo se puede votar otra cosa con el mismo ardor con el que los votantes del resto de partidos se preguntan cómo se puede votar al PP. La diferencia está, sin embargo, en un ambiente hostil continuamente recreado y alimentado. Hay, pues, mayorías silenciosas que no se atreven a salir del armario. 

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